
Recordaba tu delicia de palabras,
la tormenta oscura con que nublas mis oídos,
el grave desperezo del placer
que me regala cuentas insaciables...
Y he tenido que venir,
para decirte que me cuelo por tu boca a devorarte
y me bebo tu saliva redentora,
que me abrazo a tu lengua fugitiva, irreverente,
que recorro con los pies enamorados
esa cueva deliciosa que me baña con su sed cuando me toca,
que me lanzo a tu garganta, tobogán de fiebre,
con la ansiosa confusión de una fogata.
la tormenta oscura con que nublas mis oídos,
el grave desperezo del placer
que me regala cuentas insaciables...
Y he tenido que venir,
para decirte que me cuelo por tu boca a devorarte
y me bebo tu saliva redentora,
que me abrazo a tu lengua fugitiva, irreverente,
que recorro con los pies enamorados
esa cueva deliciosa que me baña con su sed cuando me toca,
que me lanzo a tu garganta, tobogán de fiebre,
con la ansiosa confusión de una fogata.
1 comentario:
SUGERENCIA
Toma
el sendero
que separa mis senos
resbala
tu antojo
por el
contorno
de
mis
caderas
ágil
recio
hasta que el gusto
te mire con dolor
y te sonría el dolor
lamiéndose de gusto
S
e
s
g
a
tu rumbo
hacia el
centro
sigue
pendiente
abajo
y cuando el jugo del instinto
anuncie mi locura
-Cazador-
escamotea y penetra al fondo
muy al fondo de la cueva
donde mi género
levanta la especie
y sostiene la esperanza.
Dina Posada
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