miércoles, 27 de mayo de 2009


Espero cada noche el beso,
el tono espeso de tu voz,
el hueso de tu boca contra mi cintura.
Espero de tu piel la envergadura toda que me quiebre,
la dulzura de la hiel de tu salvaje,
el sofocante núcleo de sal que se nos forma en el ombligo,
el fiel testigo que me envuelve en tus caprichos y los guarda.
Cada noche,
a tu contacto me desvelo y tiemblo en celo por tus manos,
arremeto contra el sueño que te esconde y me persigue,
húmeda la almohada de añorarte
rallo de mi pecho las virutas de la espera,
te recorro con mirarte
y me estremezco de placer cuando te pienso erecto a mi contacto,
ajustado por tus besos a mi pelvis,
empujado a mis caderas,
acoplado a la frontera de mi vientre.