sábado, 13 de febrero de 2010

*
Tomándola de las nalgas levantó su pubis hasta la boca y un clítoris ansioso, rojo y erecto salió a recibirle como una lengua húmeda de fuego. Lengua y clítoris bailaron. Flujo y saliva uno, fueron acercándose al ímpetu del sol que estalla. Entre los pliegues, agua con deseo y miel de tendón ebrio, las oleadas sucedíanse en el mar del cuerpo y ella, agrietada ya por dentro, ayudo a su espalda a no ceder. Con los pies sujetos al suelo, se acercó más y más al cielo que la boca de su hombre le entregaba.