miércoles, 27 de mayo de 2009


Espero cada noche el beso,
el tono espeso de tu voz,
el hueso de tu boca contra mi cintura.
Espero de tu piel la envergadura toda que me quiebre,
la dulzura de la hiel de tu salvaje,
el sofocante núcleo de sal que se nos forma en el ombligo,
el fiel testigo que me envuelve en tus caprichos y los guarda.
Cada noche,
a tu contacto me desvelo y tiemblo en celo por tus manos,
arremeto contra el sueño que te esconde y me persigue,
húmeda la almohada de añorarte
rallo de mi pecho las virutas de la espera,
te recorro con mirarte
y me estremezco de placer cuando te pienso erecto a mi contacto,
ajustado por tus besos a mi pelvis,
empujado a mis caderas,
acoplado a la frontera de mi vientre.

4 comentarios:

Isidro R. Ayestarán dijo...

¿Acoplado a la frontera de tu vientre?
Nunca una frase dijo tanto y con tanta contundencia con tan pocas palabras.
Mmmmmm me gusta este éxtasis poético.

Mil besazos

Anónimo dijo...

Tan genial y apasionado como siempre. Y a pesar de que me excita sobremanera, veo que hay mucho más que sexo en esos versos. Afortunado quien los inspira.

Una mujer dijo...

Isidro:
Gracias por hacer tuyos mis versos, como poeta sabes cuanto significa eso.
Mil besazos a ti.

Aixó:
Afortunada yo por la inspiración que él me provoca.
La poesía siempre muestra mucho más de lo que dice, y que tú lo hayas visto me produce una enorme satisfacción.

Anónimo dijo...

esperar

hartarte

el consuelo

pasa en un vuelo

volver a esperar

es un duelo

entre el tiempo y su cuerpo