
Voy a hacerte manta de mis pliegues,
voy a controlar el tiempo que me faltas y soñar de luego
lo que tardo en calentarte,
voy a encenderte luz de miel sobre mi cama, a rasgarte el alma
y apurar el flujo que me incendia cuando te presiento.
Voy a sobornarte,
cuentos al oído voy a darte que te quemen,
que te inyecten en los poros mi cadencia,
que te acerquen, a mi curva sudorosa,
que te vuelquen el deseo en las dos manos.
Voy a abrirme carne y tentación para tus dientes,
a subir por tu paciencia hasta arrancarla,
a lograrte cabalgando mis caderas.
voy a controlar el tiempo que me faltas y soñar de luego
lo que tardo en calentarte,
voy a encenderte luz de miel sobre mi cama, a rasgarte el alma
y apurar el flujo que me incendia cuando te presiento.
Voy a sobornarte,
cuentos al oído voy a darte que te quemen,
que te inyecten en los poros mi cadencia,
que te acerquen, a mi curva sudorosa,
que te vuelquen el deseo en las dos manos.
Voy a abrirme carne y tentación para tus dientes,
a subir por tu paciencia hasta arrancarla,
a lograrte cabalgando mis caderas.
1 comentario:
Me encanta la fuerza del poema, ese deseo urgente y desesperado. Me encanta... ¡y me excita! Con esa mnisma fuerza te dejaría yo, ahíta de placer y semen, como dice Tomás Segovia en su poema:
Toda una noche para mí tenerte
sumisa a mi violencia y mi ternura;
toda una larga noche sin premura,
sin nada que nos turbe o nos alerte.
Para vencerte y vencerte y vencerte,
y para entrar a saco sin mesura
en los tesoros de tu carne pura,
hasta dejártela feliz e inerte.
Y al fin mirar con límpida mirada
tu cuerpo altivo junto a mí dormido
de grandes rosas malvas florecido,
y tu sonrisa dulce y fatigada,
cuando ya mis caricias no te quemen,
mujer ahíta de placer y semen.
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